domingo, 13 de diciembre de 2009

Afganistán; Más Fe que Estrategia

“Al final, lo importante es esto: cuando los talibanes vayan a buscar al hijo de un padre afgano para que luche con ellos, ¿qué hará ese padre? Si ve que los talibanes no tienen ninguna posibilidad de ganar, si ve que su vida está mejorando, y si cree en su Gobierno, dirá que no. Y entonces la insurgencia perderá. Es así de sencillo. Ésas son las condiciones que tenemos que crear, y creo que, el próximo año, empezaremos a ver la luz al final del túnel.”

– Anders Fogh Rasmussen, Secretario General de la OTAN


Mucho se ha comentado sobre la resolución del presidente Barack Obama de enviar 30 mil soldados más a Afganistán con objeto de combatir a la guerrilla talibán, cuyo centro operativo se encuentra en la zona fronteriza afgano-paquistaní. Este esfuerzo estadounidense elevará a casi 100 mil soldados en la región, junto con la contribución de 40 mil por parte de la OTAN.

Si bien, la opinión internacional se encuentra escéptica con estas medidas, los ciudadanos americanos tienen mayores razones para el pesimismo. Después de ocho años de lucha, más de 800 vidas estadounidenses se han perdido y más de 200 mil millones de dólares se han gastado, el gobierno afgano vagamente se encuentra legitimado y la insurgencia Talibán incrementa su poder.

La Casa Blanca peca de optimismo, de acuerdo con los manuales de contrainsurgencia, estos recomiendan el despliegue de un soldado por cada 20 habitantes; lo que daría como resultado un contingente militar de alrededor de unos 500 mil efectivos sobre terreno. Como se mencionó líneas arriba, a penas 100 mil soldados cubren Afganistán, sin contar a las inoperantes fuerzas armadas afganas.

Es improbable que el nuevo contingente suponga un giro decisivo en el conflicto; más aún si las tropas estadounidenses comienzan su retirada 18 meses después de completar su despliegue, en agosto próximo. También parece ilusorio que en ese tiempo las fuerzas afganas hayan alcanzado el nivel operativo adecuado frente a un enemigo motivado y potente.

En palabras de Nathaniel Fick (Veterano Marine): “The problem with public military timelines is that if they are too short, your enemy will wait you out, and if they are too long, your enemy will drive you out.” Por esta razón, desde la perspectiva militar, anunciar un deadline en Afganistán no hace sentido, pues los insurgentes conocen los planes y se entorpece la ambigüedad estratégica.

Barack Obama asegura que los Estados Unidos ganarán la guerra. Sin embargo, el mandatario americano parece pasar por alto condiciones que se encuentran fuera de su control. Una es un Gobierno en Kabul mínimamente creíble y muy alejado de las prácticas de Ahmed Karzai. Otra, la estrecha cooperación del decisivo e inestable Pakistán, asediado por sus propios talibanes. Por lo que vale echar una mirada a la historia, la cual demuestra que con demasiada frecuencia la realidad desbarata los mejores planes formulados en una pizarra.

Pareciera que la nueva estrategia de Obama apunta a una derrota que hundiría tanto a los Estados Unidos como a la OTAN. Sin embargo, esto es suponer que en Afganistán se juega realmente el destino del mundo. Suposición que tal vez no sea tan descabellada.

No obstante, la realidad americana dibuja un presente y futuro distante al afgano, pues los Estados Unidos se encuentran enterrados en deuda, tanto individual como colectiva, y tras una década en donde los ingresos de la clase media trabajadora han caído, y más ciudadanos han cruzado por debajo la línea de pobreza, sin contar el número de americanos que no cuentan con seguro médico y el alto índice de desempleo. Parece que Obama no está planeando una victoria en Afganistán, sino una retirada silenciosa que ya no sume números rojos.

“Our troop commitment in Afghanistan cannot be open-ended — because the nation that I am most interested in building is our own.”

Barack Obama, Presidente de los Estados Unidos –

“The announcement that American troops could begin leaving in 18 months served as a kind of shock therapy, but caused anxiety. Can we do it? That is the main question. This is not done in a moment. It is a process.”

Rangin Dadfar Spanta, Foreign Minister of Afghanistan –

Fuentes:

Esther Shabot: “Afganistán: el factor paquistaní” en Excelsior.

Anders F. Rasmussen: “Un nuevo impulso para Afganistán” en El País.

Jesús A. Núñez: “Afganistán, las grietas del plan de Obama” en El País.

Sabrina Tavernise & Carlotta Gall: “Afghanse and Pakistanis Concerned Over U.S. Plan” en The New York Times.

Roger Cohen: “Afghanistan on Main Street” en The New York Times.

Editorial de The Economist: “Obama’s war”.

*Fotografías: NYTimes.

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